Poco más de medio año desde que presenté una entrada a The Legendary Pink Dots (ver aquí), lo escrito en ella fue tomado para uno de los artículos mensuales que publico en Revista The 13th (ver en enlace: pp. 19-21. En el mismo número presenté un segundo artículo: pp. 10-12); esta ocasión presento dos discos, el primero publicado en el 2000 y el segundo, un disco doble, tres años después de aquél.

La carrera de Legendary Pink Dots es una de las más prolíficas dentro de la historia del Rock n’ Roll; tanto por el número de publicaciones oficiales como por aquellas hechas en proyectos alternos, rare, remix y cientos de conciertos perdidos en anaqueles de coleccionistas, a su vez, a lo anterior tendrá que ser considerada la envidiable capacidad para transbordarse de un estilo a otro dentro de un mismo disco, inclusive dentro de un mismo tema, es bien conocida la capacidad que tiene el grupo para conjugar tres o más canciones en uno solo tema. A su vez, fieles a la razón original del Rock, es muy complicado que las canciones de sus conciertos se hagan de la misma forma en que se ejercieron estudio. Formula, esta última, muy conocida y admirada en los conciertos de Bob Dylan.

Esta creatividad que parece no tener fin está interconectada con la austeridad del grupo. Ellos, a diferencia de las figuras comerciales del Rock de fuente radical, nunca han usado la parafernalia y la extravagancia que da una forma de vestir particular o conciertos con alto presupuesto que más se acercan al despilfarro que a una presentación de una banda de Rock. Hasta la fecha se les puede ver tanto en grandes festivales como en pequeñas salas de concierto, improvisando en alguna calle o en fiestas privadas. Se trata de un grupo que no usa la publicidad como fuente para atraer grandes audiencias; se trata de un grupo muy cercano al arte, mucho más cercano que la mayoría de sus contemporáneos, de los cuales algunos ya han muerto y otros están viviendo su vejez de los trabajos de su juventud.

Esta peculiar forma de llevar su carrera como músicos profesionales es muy particular en los músicos que están dentro de los sonidos experimentales. Esta clase de artistas son desde su génesis los renegados de la industria musical -inclusive, algunos se han mantenido como músicos independientes por más de 30 años-, recordando lo que dijo un famoso promotor de la vanguardia musical de los 70s y 80s (John Peel)… “la mayoría de los movimientos de mi generación se vendieron a cambio de unas libras; pero los experimentales son los artistas indomables”.

En nuestros días ya se puede contar la historia completa del Glam, el Punk, el New Wave, el Minimal Wave, el Grunge, etc. Más allá de sus distintivos sonoros e ideológicos (“ideológicos” principalmente por el Punk, el resto nunca tuvo ideología o posturas políticas definidas y compartidas como “movimiento integral”… hasta la fecha su revival es hecho por gente muy pendeja), compartían una misma generalidad: buscaban salir de su condición de marginalidad y llegar a los amplios espectros, llegar a los escuchas.

A la contrapartida de ellos estaba un grupo minoritario y, ¿por qué no decirlo?, también elitista; los músicos experimentales que en sus diferentes denominadores -Ambient, Noise, Psychodelics, etc.- manejaban básicamente conceptos y no precisamente música. La mayoría de ellos venían de círculos artísticos diferentes a la música, los había pintores, escritores, gente de la cinematografía o el performance amateur del teatro. Vale la pena el ahonde por medio de la definición que Genesis P-Orridge hizo de Throbbing Gristle como un grupo de imagen y performance con ambientación sonora, y no como una banda de musical. Para complementar la tesis, está el trabajo realizado por John Zewizz que ve tanto a Women Of The SS como a Sleep Chamber como una puesta en escena fetichista que hace del control humano, la coacción y la coerción una metáfora sexual del nacionasocialismo (principalmente con Women Of The SS). También está el manejo del dolor implementado en casi todos los proyectos de Danny Devos (una mente genial de la cual trataré en otro momento); la dinámica representación de la cultura post-modernista de Merzbow, etc.

La lista del experimental es amplia, es un árbol de cientos de ramificaciones donde en cada flor retoña un fruto distinto.

Uno de esos frutos se intitula The Legendary Pink Dots, que es un conjunto germano-británico que ha tratado con cuatro fuentes básicas de experimentación; la electrónica minimalista, el punk, el llamado “ambient” y la psicodelia. Contando con esa diversidad de elementos para nutrir su sonido es muy complicado equiparar el sonido de sus discos acorde con la rigidez de un género característico (se tiene que tomar en cuenta que lo experimental no es un género en el sentido amplio del término, lo experimental es una acción), sin embargo sí hay pinceladas que para la mayoría de los escuchas modernos (jovencitos rodeando los 20 años) tienen tonalidades que sólo conocen por nombre, como lo son Jan Garbarek, Syd Barret, Sun Ra, Terje Rypdal, así como el No Wave, Teenage Jesus & The Jerks, James Chance, DNA, y otros del corte. Complementario a ello se tiene que prestar atención al aspecto que define al grupo como una banda cuasi-literaria; ellos escriben sus temas en prosa, en su mayoría se trata de narraciones, algunos discos son una historia dividida en actos, o bien diversos discos narran una sola historia.

The Legendary Pink Dots son una banda poco digerible para quién busque ritmos bailables, amenos o divertidos, maravillosa para quien sabe pensar la música como un fenómeno cultural y no como un fenómeno de entretenimiento vulgar para las masas.