Ellos fueron tormenta. Su niñez, el refractario para su último viaje; un horizonte amargo para el cristiano; para los pandilleros del País Vasco, situación de dulzura, calzadas para divertirse en el atormentado existir del Gran Nervión. La historia fue escrita a lo largo de 11 años en un camino recorrido abordo de un tren con destino al infierno; con “Ensayos 82” comenzarían su viaje… con “Demasiados Enemigos” llegarían a la última estación. Y desde ese lugar nos siguen observando inquietamente, continúan molestándonos, apagan sus cigarros en nuestros pies para engañarnos -y nosotros, tan naturales como las gotas de lluvia- no dejamos de reproducir su lapidaría interrogante: ¿Dónde está el porvenir que dejaron nuestros viejos?

Eskorbuto; tres espíritus condenados desde la fecundación.

Uno era la roca que se levanta miles de metros al cielo; inamovible, callada, rígida, un muro que nadie pudo tirar, y con baquetas hechas de hormigón marcó el corte militarista del grupo. Otro seria el viento; caprichoso y sin rumbo, un vago, una corriente que roba amores y que con cada uno de ellos hace latir la pasión -y como el viento apasionado que se lanza fuertemente a nosotros- era la parte rápida y vertiginosa del grupo, manejaba la plumilla y con ella rugía de las cuerdas vandálicas de una guitarra con un moño negro a su costado (él sería el primero en irse). Había dureza y también había pasión… ¿dónde está el elemento dramático, el cerebro  privilegiado capaz de racionalizar la muerte? Él se formó cerca de los cementerios, ahí jugaba y corría -como lo dijo- entre las lápidas desde su niñez, desde sus primeros años la muerte le rondó como compañera inseparable… quizás por ello hablaba tanto de ella, escribía tanto sobre ella, le cantaba como rogando su permanente presencia. 

Los radicales Eskorbuto, el trío calavera... Después de su muerte, sólo encuentro susurros.

EXPENTANCY: Punk

FELLOW: Sex Pistols

IMPUESTO REVOLUCIONARIO