Ergô Felix Culpa: Eloy de la Iglesia - El Pico, Primera (1983) y Segunda (1984)

La heroína causó estragos en la época de la llamada Transición, en España. Los informes que hay al respecto no han tocado la yugular del asunto, el Status Quo que se estableció en los 70s pactó hacer una narrativa de ese momento histórico acorde con los objetivos de mantenimiento de la estructura de un Estado heredero del franquismo y es hasta 30 años después que algunos círculos y actores políticos intentan romper esos candados que tienen tantos ataúdes cerrados. Hoy se dice que la heroína funcionó como una herramienta de contrainsurgencia, por medio de su distribución en los pueblos de la margen izquierda el Estado promocionó indirectamente la adicción a la heroína en los jóvenes para desarticular posibles brotes de movimientos de insurgencia civil en un momento histórico en que la política era materia de efervescencia.

Algunas personas que no acostumbran rascar en los factores que impulsan la música no se detienen a pensar por qué se hablaba tanto de política y drogas en el llamado Rock Radical Vasco, que no era otra cosa más que el rock que se hacía en Navarra y el País Vasco, mientras que en Madrid se hacía un rock pop más cercano al New Wave, a temas de amor tipo Alaska y Dinarama y simplezas semejantes. A su vez, los grupos denominados terroristas se concentraban en esas zonas.

La heroína se llevó a miles de jóvenes que se reconocían antisistema, ésta se promocionaba como un mecanismo para ir contra el sistema, como un hábito de la rebeldía y, en realidad, existía un desconocimiento profundo de los efectos de esa droga. No fue sino hasta los 90s cuando se reconoció a la heroína como una droga maldita que hizo estragos en una generación. Muchos de sus caídos fueron miembros de grupos punk; los Cicatriz son uno de los ejemplos más claros y tristes, el caso de Cocadictos es otro más, dos miembros de Eskorbuto también cayeron. El impacto de esa droga fue tan profundo que se hicieron películas al respecto, esos films que pasaron a la cineteca negra, hoy también han aparecido documentales sobre esa época (vg.r, Música en la Venas, Los Caballos Españoles) en los cuales se narra el papel que tuvo la droga en la dinámica de las calles, como lo es el aumento de asesinatos y robos por parte de heroinómanos, las redadas, las prohibiciones de conciertos, los ocupas, y un desazón gubernamental como si no pasara algo trágico en el diseño social; se dio un reduccionismo de la problemática al simplismo del uso de drogas por placer sin monitorizar sus implicaciones.

El Pico fue una de esas películas, su primera y segunda parte se filmaron en pleno auge de la problemática (1983 y 1984 respectivamente), en ellas se aborda el carácter trágico de la vida de los heroinómanos, sus relaciones interpersonales y sus familias, también se trata la inefectividad de los medios represivos policiacos para solucionar la problemática, se hace alusión al papel de “los chivatos” como herencia del franquismo, la inoperancia de los instrumentos de la seguridad del Estado así como su complicidad en el tráfico de drogas, y la inexistencia de mecanismos de control y trato de los drogadictos.

En la España de los 80s se trataban -bajo el dictado de la prohibición de raíz norteamericana- a los drogadictos como delincuentes y no como personas enfermas que necesitaban apoyo profesional por parte de médicos, psicólogos y trabajadores sociales.

Ambos films son difíciles de conseguir, no tienen hoy mucha difusión como otros que se hicieron en ese momento y que abordan, también, el tema político en España.

La fatalidad ocurrida con la juventud en esa década ha pasado a las páginas negras de la historia española y los que no la niegan prefieren no hablar de ella al haber sido acontecimientos tristes para el país.