Regularmente lo más sencillo y burdo de la música siempre está en el punk. Es un género matizado en lo vulgar, lo simplista y la fuerza descontrolada. A pesar de que casi todo lo que en él se encuentra conlleva al tedio en más de una ocasión, en él, en su primera ola, apareció un cantautor que nunca ha podido ser empatado, un hombre de lengua rápida y perspicaz, una pluma que se empujaba a sí misma. John Cooper Clarke es un artista de un calibre para el cual nunca he leído una crítica que le desvanezca. 

Considero una inutilidad escribir una larga reseña de él o del disco que aquí presento. Él es de esos artistas, los menos, que hablan por sí mismos.       

EXPENTANCY: Poet, Jazz, Punk

FELLOW: Joy Division, The Beat Generation

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