Insanity



12.1.15



Durante la década de los 80s se dio una suerte de nostalgia por algunas formas del nacionalsocialismo, en buena medida producto de la desclasificación de archivos de guerra por parte de la URSS y “Los Aliados” lo cual se tradujo en una amplia serie de lanzamientos de documentales, libros, noveles de ficción y columnas de opinión que trataron la figura del Führer y sus subalternos, prestando especial atención a Himmler, el cual se le considera el ideólogo que otorgó -por medio de la influencia que en él tuvo Ostara- figuras del ocultismo pagano que impresionaron, y aún hoy resultan atractivas, a sectores de la población que se ven atraídos por el escepticismo y lo mágico. 

Muchos comprendieron el nacionalsocialismo como una forma distinta de hacer política y se dudó, hasta la fecha, del bombardeo que satanizó al nacionalsocialismo, si bien se aceptó la existencia de campos de concentración (que también existieron en los Estados Unidos) y el franco odio a los judíos (que en más de una vez puede ser justificado sabiendo el daño que la comunidad judía ha hecho al mundo entero por medio de la banca mundial, empresas que practican formas de esclavismo modernas y los medios de comunicación -que casi todos los grandes medios son de accionistas judíos-), si bien esto se aceptó, se fue poniendo en tela de juicio la veracidad de esa idea del genocidio rapaz de millones de personas.  Incluso hay judíos dedicados a la investigación académica objetiva -que aun cuando algunos de sus familiares murieron en los campos de concentración nazi- ponen en duda la realidad de la “verdad oficial”. 

A su vez, otro factor que atrajo la atención al nacionalsocialismo fue  las burdas formas que  la política sajona  comenzó a practicar de la mano de la Dama de Hierro, una ultraderechista cínica que junto a Ronald Regan dio inicio a la práctica del recorte social (léase: austeridad…neoliberalismo) para enfrentar la crisis económica. Recortes sociales tales como la reducción de derechos laborales, reducción del sistema de salud pública, aumento en los impuestos, reducción de sueldos, etc., afectaron a los sectores más pobres y beneficiaron a los más ricos, lo cual generó respuestas que pugnaban por un cambio radical (léase: ir a la raíz) en las formas de ejercer la política, un nacionalismo férreo que no camuflageaba el  rechazo a los extranjeros culpando a estos de la falta de empleo, una especie de orgullo nacional y un discurso político violento que recordaba las primeras tesis Martin Heidegger con respecto a hacer de la política una práctica que enalteciera aspectos ideológicos de una nación y no una simplista práctica que antepone el materialismo a la condición de la existencia humana (tesis que le acercaron al nacionalsocialismo alemán).  

Bajo estas condiciones transcurrían los finales de los setentas y principios de los ochentas, y son bajo ellas en que emergieron personajes que desde el banquillo del arte (así como otros lo hacían desde el banquillo de la política o la educación) exaltaron el nacionalsocialismo haciendo siempre un intento por presentarlo como una opción viable para ejercer un cambio de ruta sin cometer los errores que cometió la Alemania Nazi, errores que le llevaron a su completa catástrofe. Estos artistas solían explotar principios tales como el respeto casi sagrado por los animales, la exaltación del individuo fuerte y conjugado con su nación para ser un agente de cambio en sí mismo, el amor al arte clásico, a la literatura, al esoterismo, al estoicismo (más no a la resignación como algunos lo entienden), a la vida como un campo de lucha, a un discurso vibrante e hipnótico, entre  otros aspectos relacionados que se encuentran en artistas de esa época. A su vez, esa suerte de orgullo y tendencia al extremismo ideológico con el cual casi nunca se reflexiona cuando se es parte de él, contrajo mirada con factores relacionados con la raza (recuérdese el nacionalismo del cual se ha hablado anteriormente) y cayó en delirios de esplendor y superioridad.

White Power se publica en 1983. No es un disco dirigido a un público de racistas vulgares, es decir; no es un disco para Skinheads.  White Power es un disco para gustos refinados, interesante si se ve más allá del prejuicio, White Power es un disco de música experimental, de Noise, de Industrial. Se trata de un disco introspectivo al cual no le hace falta decir a sus escuchas (como lo hace el nacionalsocialismo vulgar) qué hacer, qué pensar, qué sentir, a quién odiar, cómo odiar.  



No cita los porqués, tampoco los cómo.    

EXPENTANCY: Experimental, Noise, Industrial
FELLOW: TG, Club Moral, White House






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